El TC es mucho más




El Turismo Carretera atravesó etapas gloriosas. Superó pérdidas irreemplazables, idas y vueltas y cambios que fueron cambiando su rumbo. La categoría más antigua supo atravesar más de 79 años junto a los argentinos pero hoy enfrenta a una realidad distinta.

Ya no se cuestiona el traspaso de la ruta a un autódromo, ni la presencia de un acompañante. Las redes sociales, el exceso de información y la necesidad de hacerse escuchar se convirtieron en el principal rival de un deporte que siempre se dejó llevar por la sincera pasión de quienes comparten horas detrás de un alambrado a pesar del frío, el calor, la lluvia o el viento. 

Aquel que no haya compartido un asado con un desconocido mientras escuchaba los motores girar, poco puede entender. Quien no se tomó unos mates o pasó la jarra de fernet después de haber viajado por horas para disfrutar de los autos acelerar, tampoco puede imaginarse por qué aparece la piel de gallina.

Porque el TC es pasión y de eso no hay dudas. Porque el TC es historia. Pero más allá de lo deportivo, es historia de vida. De esas que se generaron a un costado del camino, del otro lado del alambrado, en una carpa, una casilla o en la calle de boxes. Es esa pareja que se conoció en una carrera, ese chico que se hizo grande y que transmitió a sus hijos los recuerdos que con su papá. Es esa mamá que siempre alistó todo para salir con su familia a compartir un fin de semana. 


El TC es mucho más que esta pelea mediática, que los opinólogos de Twitter, que los periodistas del time line. El TC es popular y le pertenece a todos esos fanáticos que cruzaron recuerdos mientras leían esta humilde -pero sincera- nota.   

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HECTOR TITI CAMPS

HECTOR TITI CAMPS