Todavía dudo si era Silva o Verna el ganador de aquella carrera en Buenos Aires.
Todavía no encuentro la palabra que defina ese final electrizante, ni la forma
en que hiciste que saltáramos de emoción. Todavía me emociono, lloro y no entiendo. Todavía te extraño.
Es imposible dejar de hablar en primera persona porque la
experiencia supera el terreno de la narración. Héctor Camps fue más que un
relator. Fue ese loco que un día se animó a soñar. Ese chico que relataba sus
propias carreras de autitos de corcho, ese adolescente que descubrió su
profesión al micrófono de un acto escolar en su querida escuela técnica, que lo
esperaba cada noche luego de trabajar.
Héctor fue más que aquel fanático de las carreras que recorría
en su “fitito” los autódromos, persiguiendo una pasión. Soñó, apostó y trabajó
para alcanzar sus metas. Y, cuando nadie creía, él creyó. Cuando todos se
reían, él trabajó. Cuando parecía que enviar un cassette con sus relatos sería
en vano, él lo grabó. Y así, llegó un día a Carburando.
Cuando los sueños parecían ya haberse cumplido, llegó la oferta
más esperada: relatar el Turismo Carretera. Y hasta dejó de ser Héctor para
responder al sobrenombre de “Tití”.
El sacrificio, los viajes, las distancias, encontraron sus
frutos. ¿Fue fácil? Para nada. Pero si había alguien que podría demostrar que
las metas pueden alcanzarse a pesar de las dificultades, era él.
Porque nunca bajó las brazos. Ni siquiera cuando la
enfermedad le impidió levantarlos. Esa Esclerosis Lateral Amiotrófica que quiso
ponerlo a prueba por última vez. Y, una vez más, le dio batalla con la frente
en alto.
El humor fue su bandera. El relato su arma. Pero la pasión
por el automovilismo fue su móvil. Y nada pudo jamás contra eso. Fue esa pasión
la que lo condujo por el camino del automovilismo grande. Esa que le permitió
acelerar y vivir a fondo.
Tití Camps fue más que un relator de automovilsimo. Fue esa
persona que me enseño –entre muchas cosas- que los sueños se cumplen y, que las
dificultades no son más que obstáculos que hay que sortear.
Con su ejemplo me demostró que la vida hay que vivirla a
fondo. Tal vez vivamos menos de lo planeado pero, ¿qué importa el tiempo de vuelta cuando
logramos la pole?
Para algunos “Hetitor”. Para otros, Héctor o “Tití” Camps.
Para mí, PAPÁ.
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